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El compromiso vasco con los derechos humanos
La Declaración Universal de Derechos Humanos fue aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas hace 60 años.
Su principal redactor fue René Cassin, un vasco de Baiona. Es un catálogo de derechos universales que los poderes públicos y todas las personas debemos respetar y hacer respetar. Su formulación representa un gran avance en la historia de la humanidad. En palabras del Secretario General de
Respetar los Derechos Humanos es el desafío más importante de la humanidad y para afrontarlo son necesarios, al menos, tres requisitos: conocerlos, tomar conciencia de su trascendencia y comprometernos con ellos. Lo primero es conocer
El segundo requisito es tomar conciencia de su significado profundo. Todas las personas, sin excepción, tenemos algo en común: nuestra inherente dignidad humana. Las personas no somos medios, instrumentos u objetos reemplazables. Cada persona es un fin en sí mismo, único, irreemplazable y con capacidad de elegir (Kant). En tanto que fines, todas y cada una de las personas tenemos dignidad humana, merecemos respeto y somos sujetos de derechos. Esta afirmación definitiva es fundamento y cimiento de
En la experiencia de nuestra propia dignidad, nos encontramos con la de los/as otros/as. Esa experiencia es consciencia de la limitación humana y de su creatividad ilimitada. El diálogo, la empatía o la reconciliación son posibles si somos conscientes de que nuestras perspectivas son siempre insuficientes. No somos dueños de la verdad absoluta. Somos limitados/as. Pero, a pesar de ello, somos un fin. Cada persona está dotada de razón y conciencia, y está rodeada de realidades, dones y capacidades desbordantes. Gracias a ello, puede elegir, crear, buscar la felicidad y, en definitiva, hacer el camino de su vida.
Todo ello, nuestra limitación y nuestra creatividad ilimitada, forma parte esencial de la dignidad. Nos lleva a encontrarnos con lo más universal y específicamente humano. Nos permite comprender en el fondo de nuestra conciencia el primado de la persona, el valor absoluto de su dignidad y el imperativo de respeto a los derechos humanos. Por eso, la ética de la dignidad humana y la paz constituyen el principal proyecto del ser humano en la conducción de su vida social.
El tercer requisito es comprometernos.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha hecho un llamamiento a conmemorar en todo el mundo, a lo largo de 2008 y bajo el lema “Dignidad y justicia para todos y todas”, el 60 Aniversario de
(Leer texto íntegro en el enlace adjunto)
Más información: http://www.60urteurrena.org/es/adhesion.html...