Artículos de interés: ARTíCULOS DE OPINIóN
¿Está en crisis la cooperación al desarrollo?
En la actualidad estamos asistiendo a una disminución de las partidas de cooperación para el desarrollo en distintas instituciones públicas.
Pese a que en Euskadi esta reducción no ha alcanzado la magnitud de otras comunidades, también se ha dejado notar, especialmente en el caso de las instituciones alavesas. El argumento esgrimido es que el gasto público está disminuyendo y, por lo tanto, es preciso hacer recortes en todas las partidas, incluidas las de cooperación internacional. Hasta ahí nada que objetar, más allá del lógico desacuerdo con la disminución general del gasto social mientras se mantienen otras partidas de dudosa prioridad. Además, estos recortes están siendo justificados por algunos sectores con otro argumento bien diferente: es lógico que se supriman programas para reducir la pobreza en otros lugares del mundo, cuando aquí mismo tenemos una pobreza en ascenso que es necesario atender. Se trata de un argumento falaz, ya que mezcla aspectos que difícilmente pueden compararse. Ciertamente, la situación que vivimos en Euskadi y en otros lugares del llamado mundo desarrollado es cada vez más preocupante. El desempleo, los desahucios, la pérdida de poder adquisitivo de las clases asalariadas y pensionistas, la ausencia de oportunidades para las personas jóvenes y maduras que pierden su empleo a los cincuenta años, la creciente marginación de colectivos cada vez más amplios, el deterioro de la sanidad y la educación pública, la malnutrición, etc. son aspectos de nuestra realidad que muestran la otra cara de lo que autocomplacientemente habíamos llamado desarrollo. Son situaciones injustas que requieren de cambios profundos en los que toda la sociedad está concernida, orientados a evitar el acaparamiento de la riqueza por unas pocas personas a costa de sacrificar el bienestar de la mayoría y de deteriorar la democracia.
Sin embargo, esto no es contradictorio con la necesidad de seguir mirando de frente a la pobreza extrema, a esa realidad que también nos rodea aunque se sitúe a algunos miles de kilómetros de nuestro vecindario: cientos de millones de personas que sufren de hambre o de desnutrición crónica, muertes por diarreas o durante el parto por falta de asistencia, niños y niñas sin escolarizar, vidas que se desarrollan sin agua corriente, entre el fango y la basura… Lo que pasa allá, nos afecta también aquí, y si hoy damos la espalda a esta otra realidad, mañana nos golpeará de frente. Al apelar a la solidaridad, la cuestión no es tener que elegir entre una pobreza y otra, sino tener en cuenta que ambas son caras de una misma moneda. Desde que se impuso la idea de que los mercados son los encargados de gestionar los recursos y armonizar los intereses de las personas y grupos sociales, la situación se ha deteriorado en unos y otros lugares. En los últimos años ha aumentado la desigualdad que afecta a todo tipo de países (desde Estados Unidos hasta China, pasando por muchos países europeos, africanos o latinoamericanos), y hay una creciente brecha ambiental que amenaza gravemente la vida de las futuras generaciones. Una situación que ha acabado por generar nuevas amenazas al desarrollo, y una cada vez mayor incertidumbre e inseguridad humana. En estas circunstancias, carece de sentido contraponer la solidaridad interna y la solidaridad internacional, pues ambas deben ir de la mano.
El mundo está cambiando, y los retos de la solidaridad también. Tanto las instituciones públicas, como las ONG de desarrollo y otros agentes sociales debemos abrir nuevas vías de trabajo y colaboración con entidades y organizaciones del Norte y del Sur. Es preciso reflexionar sobre la mejor forma de encarar un presente en el que la solidaridad interna y la solidaridad internacional tienen que formar parte de una misma estrategia de defensa de la dignidad humana. Hoy es necesario mantener vivo un proceso de reflexión en el que participen personas del movimiento social, del mundo académico y de las instituciones. En esta línea, hemos celebrado recientemente en Bilbao un encuentro de las coordinadoras autonómicas de ONG para el desarrollo y el próximo 13 de diciembre tendrá lugar en Donostia otro encuentro, orientados a profundizar en el análisis de los cambios que estamos viviendo y plantear nuevas alternativas que ayuden a resituar la cooperación internacional en el nuevo contexto generado por la crisis y los cambios geopolíticos y económicos en el ámbito mundial.
Han transcurrido ya 25 años desde que las instituciones públicas vascas comenzaron, a instancias de la fuerte demanda social, su andadura en este ámbito. Puede ser un buen momento para hacer de la necesidad una virtud y replantear nuestro trabajo desde unas nuevas bases más sólidas y más acordes con las necesidades y retos del mundo actual. Para que la solidaridad siga siendo una seña de identidad de la sociedad vasca.
Ana María Arriola
Presidenta de la Coordinadora de ONG de desarrollo de Euskadi
Luis Guridi
Director del Instituto Hegoa de la UPV/EHU